13 diciembre 2011

In Time

Nos encontramos en un futuro indeterminado. El hombre ha logrado manipular con éxito sus genes de tal forma que una vez cumple veinticinco años no cambia su aspecto, se mantiene joven eternamente. Solo hay un par de peros, que al cumplir dicha edad el reloj empieza a ir en tu contra, y que la moneda de cambio es el tiempo. Que quieres tomarte un café, en vez de los ochenta céntimos de ZP apoquinas cuatro minutejos, que se te apetece comprar una casa, pues eso te puede costar toda una vida, por lo que no te queda otra que pedir un préstamo y quedar a merced del banco y de las interminables jornadas laborales. Will Salas es un trabajador de veintiocho años reales que vive el día a día en Dayton, más conocido como “el gueto”, junto con su hermosa madre; una noche se encuentra con un tipo con tiempo de sobra y ganas de suicidarse, lo salva de unos matones y como compensación se entera de la verdad tras el sistema. Poco después sufre en sus carnes lo cruel e injusto del mencionado sistema, y decide tomar cartas en el asunto para hacer pagar a los culpables.

Gattaca es una de las películas que más me han impactado en mi vida, el mundo dividido en castas que describía Andrew Niccol me resultó aterrador y real, la historia simplemente fascinante. No cabe duda de que con In Time (ídem, 2011) Niccol pretendía repetir la jugada, ya que al igual que el film protagonizado por Ethan Hawke, Jude Law y Uma Thurman, nos presenta un mundo futuro, pero estéticamente muy cercano al nuestro, de hecho el diseño de los vehículos, por ejemplo, nos retrotrae a una época pasada (lo que viene a ser retrofuturismo, tan de moda últimamente). Así, tenemos una sociedad claramente diferenciada en castas, según el tiempo que posean vivirán en una zona horaria u en otra, desde la opulenta New Greenwich, hasta el gueto, la peor de todas, donde la muerte es el día a día. Es muy complicado cambiar de zona, casi imposible debido a los elevados precios de los peajes, así se aseguran que no se mezclen las clases sociales, y de que los más pobres no tengan otra que competir (o delinquir) entre ellos para sobrevivir. La idea me parece brillante, el guionista de El show de Truman y realizador de El señor de la guerra consigue trazar evidentes paralelismos entre nuestra sociedad y la de su película, donde unos pocos tienen un contador de miles de años mientras que otros apenas ganan para vivir otro día más; exactamente como ocurre en la realidad, donde unos cientos de individuos se forran a base de especular, robar y timar en los famosos “mercados”, mientras que la mayoría de la población vive asfixiada y otros muchos incluso mueren de hambre. Por desgracia, a pesar de una premisa tan suculenta, el resultado es fallido.

El desarrollo del argumento es interesante al principio, podríamos considerarlo así hasta que Salas es detenido, cuando emprende su huida ya comienza a fallar. Porque que regrese al gueto de forma tan sencilla me resultó muy poco creíble, que cuando llegue al mismo se tropiece con ciertos delincuentes me pareció notablemente extraño y, bueno, en general, muchas de las cosas que pasan después no me las acabé de creer por falta de una explicación coherente (o de una explicación a secas), y aunque alguna se intenta dar, no me convence. Otra cuestión es la evolución de los personajes, y no hablo su transformación en una especie de Robin Hood, sino más bien en su actitud en momentos puntuales, algunas frases que me desentonaron, entre otros detalles.

Hablando de los personajes, a estos le dan vida un puñado de actores, todos ellos, obviamente, bastante jóvenes. Como protagonista indiscutible tenemos al cantante y últimamente actor Justin Timberlake (Bad Teacher), al inicio me gustó más su papel que al final, pero en líneas generales desentona un poco; Amanda Seyfried es la acompañante a su pesar, hasta hace poco esta actriz de inmensos ojos solo hacía papeles en películas bastante blandas, como Mamma Mia!, pero parece que está apostando por filmes más maduros con esta participación y futuras películas, como en el biopic de Linda Lovelace, la protagonista de Garganta profunda; Cillian Murphy (Origen) es un actor todoterreno, aquí como policía del tiempo está un poco desaprovechado, pero cumple; Olivia Wilde (Cowboys & Aliens) tiene un papel pequeñito pero vital, su belleza embriaga, lástima que en el tráiler ya te destripen su destino.

De In Time no esperaba una nueva Gattaca, pero sí una obra bien realizada y, sobre todo, desarrollada, mas Andrew Niccol no ha logrado esta vez sacar todo el jugo que tenía su idea, ha rasgado apenas la superficie, se ha quedado en varias secuencias de interés y poco más, ya que los personajes no resultan atractivos, y no me refiero al físico.


LO MEJOR:
-La idea inicial y toda la crítica que se hace sobre el sistema imperante.
-Los ojos de Seyfried.
-Ese pequeño homenaje a Gattaca.

LO PEOR:
-Que sea un material desaprovechado, es una pena.
-La falta de química entre Timberlake y Seyfried.
-El tráiler, por desgracia no pude evitar verlo, destripándome con ello acontecimientos muy importantes.

¿Quién debería verla?
Si buscas un film de ciencia ficción con muy buenas ideas y un envoltorio atractivo.

La escena:
El baño de Will y Sylvia en la misma playa donde se retaron los hermanos de Gattaca.

Léela en Muchocine.net

2 comentarios:

Bibliotecario dijo...

Es lo que me temia: Una interesante premisa, convertida en una mera excusa para una ensalda de tiros.
Por lo que cuentas, me recuerda a "Minority report"; otra idea interesante, con poca profundidad.

Neovallense dijo...

En realidad "Minority report" es una película muy superior, ya que los medios también lo eran, y la realización de Spielberg también era mejor, a los personajes también se le cogía más cariño, cosa que aquí falla bastante.

Un saludo y gracias por comentar.